lunes, 22 de febrero de 2010

Lunes de domingo


¿En qué puto momento se me ocurrió enamorarme? En serio… ¿cuándo y por qué? No es sólo que ayer se me pasara por alto que era domingo y hoy lunes lo haya advertido. No es sólo que llueva, que tenga la ropa tendida y que tenga que volver a lavarla. No tiene nada que ver con que hoy no me llame. No tiene nada que ver con nada. Pero por qué se me ocurrió y, lo que es peor, por qué sigo. Hace un mes que sé que iba a estar justo en este mismo punto… Me sorprendí a mí misma llorando porque le echaba de menos y lloré aún más fuerte por la evidencia absoluta de que sentía más de lo que creía. No, en serio, quién coño me mandó a mí enamorarme. Y me engaño a mí misma cuidando el plantel de conquistas pensando que con ello sigo siendo la misma, sigo teniendo la misma vida pero… es lunes y estoy doblando calcetines.
Me gustaría decir que son medias de encaje, lencería fina, camisas vaporosas… pero no, son unos absurdos y prosaicos calcetines. Muy coloristas pero, al fin y al cabo, tienen los talones gastados. Me he sentado con la idea de añadir algo cool y bohemio a mis pintas de “ama de casa” pero estoy leyéndome y esto parece un monólogo de los malos del club de la comedia. Será que cuando estás enamorado pierdes la gracia, no sólo el erotismo.
Definitivamente es lunes y me sabe a domingo.
Me siento de domingo, sí.
Creo que iré a masturbarme.
Porque como dijo Unamuno, “el sexo es el opio del pueblo. Opio, sí. Démosle opio (al pueblo), y que duerma y que sueñe”.