martes, 21 de septiembre de 2010

Hilda del siglo 21

Lo has conseguido. Por fin lo has conseguido. Sin el aire francés, ni el italiano. Sin tacones para bailar tango, lo has conseguido. De pie, sobre mí, con tu falda de colores balanceándose al mismo compás que tus pechos, lo has conseguido: yo aquí, entre tus piernas y suspirándote.
Aliento+deseo+erección=tú.

Tus pies desnudos besando las lindes de mi torso y tu cuerpo, puro tramontano: cuello, hombros, vientre, muslos… Y nada es un sustantivo si lo precede el “tu”: tu cuello, tu vientre, tu piel.

No, no quiero que apagues la luz. No la apagues. Quiero verte.

No te veo, pero te huelo. Cada vez más cerca.
Tu sexo sobre mi nariz, a un centímetro, y sin posibilidad de probarte; pero te aspiro, te memorizo, te imagino. Te imagino escarchando mi boca con el calor de tus labios. Te imagino llorando en un orgasmo polar provocado por mis ganas. Te imagino rendida, con las piernas abiertas mientras brota por ellas “una maratón” iniciada por mí.

¿Por qué paras? ¿Tienes sed? Me agarro a tus nalgas mientras oigo cómo coges una botella del suelo y bebes de ella despacio, con mucha delicadeza… y con mucha delicadeza… mi polla, ayudada por tus manos, naufraga dentro de esa boca llena de agua fresca. Tu lengua me acaricia, tus labios me moldean y el agua…


Me mareo. Me mareo. Marea.

Y te bebes el mar conmigo dentro, y te conviertes en sirena.

Lo has conseguido. Eres seda, o telaraña, no lo sé. Tostada untada, y te caíste del lado de la mermelada (sobre mí).




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