lunes, 31 de agosto de 2009
Porqués
martes, 18 de agosto de 2009
Nudos, anúdate
Barajas, 1999.
Ese era el primer año que sus padres no la mandaban a una familia extranjera para repasar sus conocimientos en la lengua inglesa. Visitaba el aeropuerto para dejar en él a su hermana pequeña. Se alegraba de no ser ella. Tenía todo un verano por delante para ‘experimentar’: para tener su habitación solo para ella, para poder estar en el ordenador hasta la hora que quisiera, para poder dejar la ventana entreabierta y que las cortinas le besaran la cara, para poder leer en la cama y no tener que hacerlo con la tenue luz de las farolas asomada al poyete de su cuarto…
… Para poder invitarle a dormir la siesta, a dormir de noche con ella, para poder cocinar para él y tirarse en el sofá acariciándole…
Carrito, maletas, lloro de mamá, “tráeme un bocata de jamón cuando vuelva”, “no me cojas nada de ropa en mi ausencia” —decía su hermana—, y ella deambulaba por las paredes del aeropuerto tocándolo todo con sus ojos.
“Alrededor de tu piel ato y desato la mía” (Miguel Hernández), rezaba escrito en relieve en una de las paredes de la T2. Y, ¡zas! Le arrasó la mente. Sonaba hermoso, sonaba a piel… No quería olvidarlo. Cogió una tarjetita de papel del mostrador donde su hermana facturaba; una de esas donde se ponen los datos del viajero y rellenó, en medio de nombre/dirección/población/ciudad/país/número de contacto… esa frase.
Era virgen. Aún no sabía qué significaba exactamente estar enredado en alguien. Entendió que era amarse en una maraña, entrelazadamente donde no se sabe dónde empieza el uno y dónde acaba el otro. El Yin y el Yang unidos, buscándose eternamente, respirándose.
Y él le hizo abrir las piernas con susurros y bebía de ella muerto de sed. Y ella sentía que él era mar cuando lo tenía dentro y la mecía. Y él marcó todas las páginas de 100 libros con aquel señalador improvisado donde rezaba profanamente un nombre/dirección/población/“Alrededor de tu piel ato y desato la mía” ciudad/país/número de contacto… Y ella tatuó 100 pliegues de su piel con un tatuaje, las huellas de sus manos agarrándola cuando la penetraba y… él tuvo que memorizar la página del libro que leía antes de cerrarlo porque el señalador empezó a romperse y prefirió pegarlo a la pared de su cuarto…
Y ella…
Y él…
Barajas, 2009. T4. A la derecha aquel mismo texto grabado en relieve. “Alrededor de tu piel ato y…”. Sinceramente, “ojala te ates y te ahogues con todos y cada uno de los nudos; ojala te pierdas en la maraña que tejiste; ojala no vuelvas a soñar y ojala te hagas pajas toda la vida con comics manga”.
Tenía todo un verano por delante para ‘experimentar’, tenía toda la vida por delante para volver a empezar.
lunes, 10 de agosto de 2009
El curso empieza en septiembre
Y McBeal llega de vacaciones con fervor uterino y encuentra en su bandeja de entrada un mail de aquel de hace un año que lo iba a dejar con la mujer pero, obviamente, aún no lo ha hecho, y quiere invitarla a comer pero lo mismo lo que quiere es que se la coma (nota mental: lo mismo este es el momento en el que deberías desconfiar...), y repasa mentalmente la sucesión de historias con un bonito arranque mítico, otro romántico, otro morboso, todos con verbos... Y... ¡Uffffff!
Y mira el calendario, es agosto, se siente sola e insatisfecha...
Y pone su DVD y disfruta escuchando, por décima vez, esa canción con la que se sintió especial...
Y se tumba en la cama, se tapa porque ha empezado a refrescar y se da cuenta de que el curso empieza en septiembre.
Y ella siempre saca muy buenas notas ;)