martes, 21 de diciembre de 2010

Crónica de mi ceguera


Son las 4 de la tarde. Todas las persianas permanecen aún bajadas en una especie de sueño obligado, ahogado en lentitud y aparente silencio. Permanezco tumbada en la cama, desnuda. Me he duchado con agua hirviendo lavando cada parte de mi cuerpo como si quisiera con ello lograr mi virginidad para ti. Suena el telefonillo y me levanto despacio. Cada una de las vertebras de mis cervicales, lumbares, dorsales se va desanudando y flirteo con mi sombra que cada vez se va haciendo más y más grande. Llego a la puerta y abro. Huelga cualquier nombre o frase del tipo “soy yo”. Abro, abro la puerta y con ello yo misma. Te espero en la puerta así, abierta y desnuda. A sabiendas provoco mi vulnerabilidad: tú, vestido y yo, piel errante. A sabiendas provoco mi excitación. 


Entras en ese sueño de persianas y en el mío al cerrar la puerta. Me contemplas. Disfruto percibiendo cómo me recorres con la vista y el vértigo de tus pupilas descendiendo por mi piel que se va alejando, poco a poco, rumbo a mi habitación. Me sigues. Has esquematizado en mis formas la ruta de tu deseo: pecho, labios, coño. Y yo siento la necesidad de follarte con la boca de un modo tan sucio y lascivo como tierno e irreal. “Cierra mis ojos y tendrás mi piel”. Te pido que me vendes los ojos, te pido que me los castres, que me ciegues. Te pido convertirme sólo en olfato y tacto. Te pido un rapto, te suplico un secuestro, te ruego un sueño. 


Tapas mis ojos con tu corbata que anudas desde mi espalda. Silencio. El silencio es sólo una apariencia. Siento cómo toneladas métricas de vigor masculino crecen pegadas a mi culo. Huelo una mezcla entre aliento y sexo, dominación y miedo. Te siento y te huelo a ti. A tientas te acerco a la cama, te hago sentarte. Paladeo tu cuerpo con mis manos bocetando tu cuello pluscuamperfecto. Tu torso templa mis manos, tu olor me besa la barbilla. Pero quiero estar a tus pies. De rodillas buceo por tus muslos con mis manos y mi boca. Huelo tu polla, próxima, y exhalo el aroma con tanta intensidad como si fuera la única posibilidad de fundirme contigo. Torpemente empiezo a bajar tu cremallera del pantalón con mis labios. El sonido marca la métrica de cada centímetro de tu sexo y mi coño se convierte en un triángulo equilátero con el descenso. Termino de bajarte los pantalones sin que mi cara se separe de la visión ciega de tu miembro. Lo libero y con la punta de mi lengua lo agito hasta que me sacude con un cachete simbólico en los labios. 
Tu respiración se para.
Se para tu mundo y yo lo domino.
Lo domina mi aliento que respira sobre tu glande. Lo domina mi saliva que gotea a lo largo de tu polla. Lo domina mi dedo, presencia invasiva que amenaza lo más oscuro e íntimo de tus prejuicios. “Me gustas”. Y ese susurro suena más provocador, pasional, pervertido y hermoso que si me hubieras devorado el ombligo eternamente, mi amor. Abro la boca en un fa mayor y te follo con tanta intensidad y ternura que tu fiebre es inmediata. Me inundo mientras me ahogas. Me pierdo en cada ascenso y descenso sólo guiada por tus manos que dirigen mi cabeza con armonía… Y nada como observar cómo tu polla crece de forma progresiva e incontrolada usurpando el espacio de mi lengua. 


Me tumbas cuando no puedes más… Ahora, tú de rodillas ante mí; yo, un altar blanco, impoluto, cierto, tembloroso. Escucho como te masturbas mientras te recreas en la imagen de mi cuerpo. Escucho tu respiración, la agitación de tus dedos que ahogan tu polla como si fuera yo misma: yo misma a cuatro patas, yo misma sentada en una silla y maniatada mientras me follas, yo misma pequeña y sumisa gimoteando mientras me penetras, yo misma empapada en litros de ti. Siento que estás cerca y devota espero tu esperma. No sé si será entre mis muslos, no sé si será sobre mi pecho de talco, o sobre mi pubis, o sobre mis labios entreabiertos… Ciega espero… Y en un estertor cálido de placer derramas sobre mi vientre un reguero de leche lácteo. Mi piel brilla, mi sexo se desinfla. Con suavidad me liberas de la venda que acallaba mi vista. Sonrío al verte, ver tu cara. “Mírame”. Y mediante círculos dibujas mi ombligo con la yema de tus dedos. Recoges algo de semen entre ellos... “Mírame”… se acercan hacia mis labios. Abrazo con mi lengua esa tibiedad, lamo la falange de tus dedos, disfruto del sabor y olor, del tacto dulce. Beso tu orgasmo. Has entrado en mi sueño. Has terminado dentro de mí.


Foto de Erotismo

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cansada, (Del part. de cansar) dicho de una cosa que decae

LightMark



No voy a hacer literatura. No tengo ganas. Estoy cansada. Muy cansada. Cansada físicamente, sí, pero rota por dentro por no saber, no comprender, no encontrar. Estoy cansada de escucharme, de hacerme entender… Hoy sólo quiero follar, follar y que me arranquen el nombre, que me hagan sentir piel, saliva, dientes, lengua, sexo… No quiero pensar qué significa ese momento, no, sólo quiero quedarme rendida y ahogada por mis propios gemidos. Quiero que brote el asma en la búsqueda de oxígeno tras cada embestida. Será mi borrachera particular, follar por no pensar. Tu semen por mi cuerpo como si fuera vodka, tu polla en mi boca como un hielo en mis labio que se deshace en el fuego de mi lengua.  No quiero ser la tierna, ni el bocado perfecto, ni que me pongan en un altar para adorarme. Quiero follar (o que me follen, que es lo difícil). No quiero dulcificar ni edulcorar mis palabras porque no quiero hablar. Quiero quedarme rendida a tu lado, o al tuyo, o al de aquel. No quiero que se alineen los astros ni que suene de fondo una canción increíble con la que enmarcar ese momento en mi memoria poética. Sólo quiero quedarme dormida. Y es que estoy muy cansada.

domingo, 7 de noviembre de 2010

En el buzón


Ilustración de  Antonio López


Amado señor mío:
No tengas miedo, no te muevas, permanece en silencio, nadie nos verá. Sigue así, quiero mirarte, yo te he mirado mucho, pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate donde estás, tenemos una noche para nosotros, y yo quiero mirarte, nunca te he visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos, y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si te es posible, y acaríciate, …
 … son tan hermosas tus manos, he soñado con ellas tantas veces, ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, te lo ruego, continúa, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate, amado señor mío, acaricia tu sexo, te lo ruego, despacio, es hermosa tu mano en tu sexo, no te detengas, a mí me gusta mirarlas y mirarte, amado señor mío, no abras los ojos, todavía no, no debes tener miedo,…
… estoy cerca de ti, ¿me sientes?, estoy aquí, te puedo rozar, esto es seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, de repente sentirás el calor de mis labios sobre ti, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de repente, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las pestañas, sentirás entrar el calor en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro,…
… o tal vez sea en tu sexo, apoyaré mis labios, allá abajo, y los abriré bajando poco a poco, dejaré que tu sexo entreabra mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva descenderá por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te deseo, morderé  la piel que late sobre tu corazón, porque te deseo, y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad, con mi boca en el corazón tú serás mío para siempre, y si no me crees abre los ojos, amado señor mío, y mírame, …
… soy yo, quién podrá borrar este instante que sucede, y este cuerpo mío ya sin seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que te deslizas debajo de mí, aferras mis caderas, me levantas, dejas que me deslice sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote lentamente, tus manos en mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves lentamente pero hasta hacerme daño,…
… mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me alza, tus brazos que no dejan que me marche, los golpes dentro de mí, es violencia dulce, veo tus ojos que buscan en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde quieras, amado señor mío, no hay final, no acabará, ¿lo ves?, nadie podrá borrar este instante que sucede, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos separando las lágrimas de mis pestañas, mi voz dentro de la tuya, tu violencia que me tiene aferrada,…
… no queda tiempo para huir ni fuerza para resistirme, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, amado señor mío, este instante existirá, de ahora en adelante, existirá, hasta el final.
 No nos vemos más, señor.
 Lo que era para nosotros, lo hemos hecho, y vos lo sabéis. Creedme: lo hemos hecho para siempre. Preservad vuestra vida resguardada de mí. Y no dudéis un instante, si fuese útil para vuestra felicidad, en olvidar a esta mujer que ahora os dice, sin añoranza, adiós.



  SEDA- Alessandro Baricco
 

domingo, 24 de octubre de 2010

Olvidadiza


A veces olvido que tengo super poderes para combatir contra los "malos".
A veces olvido que hay que tener miramientos sólo con aquellos que lo merecen.
A veces olvido que la clase no está reñida con el ser subversiva.
Olvido que también tengo que cuidarme y protegerme a mí misma.
Olvido que yo soy el primer "negocio" por el que tengo que luchar.
A veces olvido que mi energía me pertenece.
A veces olvido que los villanos también juegan en casa.
Olvido muchas veces que yo elijo el juego y contra quién jugar.
... En esta profesión, cada día más carente de valores, olvido que no empecé en ella por ellos sino por lo mucho que me gustaba...
Estaba empezando a olvidar quién soy y cómo soy...

Pero lo he recordado todo.
Por fin.
Esta semana voy a echarme a las calles...
Eso sí, no pienso ponerme mallas. ;)

Pd: gracias a XAN por el dibu y haber captado la belleza de mis muslos.
2 Pd: Necesito que me ayudéis a ponerme un nombre de super heroína :)

lunes, 4 de octubre de 2010

De dragones

Caricias que no templan la piel.

Frases al oído que no humedecen, los labios.
Y así van uno, dos, tres…

Y quieren hacerte morir y no saben empuñar la daga.
Y visten de bomberos pero para mí que trabajan en Correos.
Y así van cuatro, cinco, seis…

Y tienen soul pero luego todo es hip-o (que no hip hop).
Y te dejan desnuda y sí, se les pone dura (qué rima más fácil —adoro cierta literalidad—)...
… pero si los tocas se deshacen.
Si los lames se derriten.
Y si los… humo.
Son todo humo.
Creo que voy a empezar a toser, don ternura.

Ardo por dentro —y por fuera—.
Soy puro fuego, una exclamación, un alegato.

Y con la sutileza de un abanico abro las piernas.
“Bébeme”.
Mando señales de humo con mis BE S.O.S.
“Bésame”.
Pero humo, son todo humo.
(que se me ha colado entre los muslos).

No quiero más comas.
Quiero un punto
.
Y punto.

Mea culpa…
Lo asumo.
Lo olvidé…
Los dragones sólo deben jugar con dragones.

martes, 21 de septiembre de 2010

Hilda del siglo 21

Lo has conseguido. Por fin lo has conseguido. Sin el aire francés, ni el italiano. Sin tacones para bailar tango, lo has conseguido. De pie, sobre mí, con tu falda de colores balanceándose al mismo compás que tus pechos, lo has conseguido: yo aquí, entre tus piernas y suspirándote.
Aliento+deseo+erección=tú.

Tus pies desnudos besando las lindes de mi torso y tu cuerpo, puro tramontano: cuello, hombros, vientre, muslos… Y nada es un sustantivo si lo precede el “tu”: tu cuello, tu vientre, tu piel.

No, no quiero que apagues la luz. No la apagues. Quiero verte.

No te veo, pero te huelo. Cada vez más cerca.
Tu sexo sobre mi nariz, a un centímetro, y sin posibilidad de probarte; pero te aspiro, te memorizo, te imagino. Te imagino escarchando mi boca con el calor de tus labios. Te imagino llorando en un orgasmo polar provocado por mis ganas. Te imagino rendida, con las piernas abiertas mientras brota por ellas “una maratón” iniciada por mí.

¿Por qué paras? ¿Tienes sed? Me agarro a tus nalgas mientras oigo cómo coges una botella del suelo y bebes de ella despacio, con mucha delicadeza… y con mucha delicadeza… mi polla, ayudada por tus manos, naufraga dentro de esa boca llena de agua fresca. Tu lengua me acaricia, tus labios me moldean y el agua…


Me mareo. Me mareo. Marea.

Y te bebes el mar conmigo dentro, y te conviertes en sirena.

Lo has conseguido. Eres seda, o telaraña, no lo sé. Tostada untada, y te caíste del lado de la mermelada (sobre mí).




.......

...
.......
.

lunes, 2 de agosto de 2010

Por si me rompo por dentro...



I am a fountain of blood
in the shape of a girl
youre the bird on the brim
hypnotised by the whirl
drink me, make me feel real
wet your beak in the stream
game were playing is life
love is a two way dream

leave me now, return tonight
tide will show you the way

if you forget my name
you will go astray
like a killer whale
trapped in a bay

I am a path of cinders
burning under your feet
youre the one who walks me
im your one way street
im a whisper in water
secret for you to hear
you are the one who grows distant
when i beckon you near

leave me now, return tonight
the tide will show you the way

if you forget my name
you will go astray
like a killer whale
trapped in a bay

I am a tree that grows hearts
one for each that you take
youre the intruders hand
im the branch that you break.

Bachelorette de Björk_





SOY UNA FUENTE DE SANGRE
EN FORMA DE CHICA
ERES EL PÁJARO ATRAPADO
HIPNOTIZADO POR SU VUELO
BÉBEME, HAZME SENTIR REAL
MOJA TU PICO EN LA VERTIENTE
EL JUEGO QUE JUGAMOS ES LA VIDA
EL AMOR ES UN SUEÑO DE DOS CAMINOS

DÉJAME AHORA, VUELVE ESTA NOCHE
LA MAREA TE MOSTRARA EL CAMINO

SI OLVIDAS MI NOMBRE
TE PERDERÁS
COMO UNA ORCA
ATRAPADA EN LA BAHÍA

SOY UN CAMINO DE CENIZAS
QUEMÁNDOTE LOS PIES
ERES EL PRIMERO QUE ME RECORRE
SOY TU ÚNICA CALLE
SOY UN SUSURRO EN EL AGUA
SECRETO PARA QUE TÚ LO OIGAS
ERES AQUEL QUE CRECE SOLO
CUANDO TE HAGO SEÑAS MUY CERCA

DÉJAME AHORA, VUELVE ESTA NOCHE
LA MAREA TE MOSTRARA EL CAMINO

SI OLVIDAS MI NOMBRE
TE PERDERÁS
COMO UNA ORCA
ATRAPADA EN LA BAHÍA

SOY UN ÁRBOL DE CORAZONES
UNO POR CADA UNO QUE TOMAS
ERES UN INTRUSO
SOY LA RAMA QUE ROMPES

viernes, 16 de julio de 2010

Diario de una abogada

“Ponte un poco a la derecha… Pon las piernas más hacia delante y la espalda pegada a la pared”… Me observaba con los ojos entornados. “Así me gusta. ¿Estás cómoda?”. Asentí con la cabeza. Sin despojarse de su lápiz se levantó y empezó a poner marcas sobre la cama que delimitaban exactamente el marco del que no había de moverme. Me rozaba con sus manos, sin tocarme… Pero total, “como era un niño”.

Estaba nerviosa: lo estuve el día de antes y también allí, en su casa. Y tonta de mí pensaba que mi físico, mi desnudez, naturalidad y edad serían suficientes para aparentar que estaba por encima de aquel envite. Al otro lado él —encantador, tierno y concentrado en demostrarme que no era un niño— me observaba con seguridad y sin que mi presencia, ahora que él ocupaba el papel de observador, le impusiera.

“No te mira, no te está mirando… piensa en aire”. Y trataba de pensar en “aire” mientras mi cuerpo estaba anclado en esa pose y en su mirada. Todo se balanceaba, todo mi cuerpo sudaba, pero no me movía… No lograba equilibrarme ante los ojos de un niño y la mirada del hombre. Y me miraba y su mano se movía segura sobre el papel. “Llevas ya media hora. Estira si quieres”. “Ya ha pasado una hora. Estira, si quieres” Y tras estirar varias veces me volvía a colocar en mi postura —piernas, cuelo, tripa, pecho, brazos—… Se levantó para colocarme el pie y, antes de proseguir con su dibujo, y como era un niño, no pensé que fuera a robarme un beso, en un pecho. Y como era un niño no pensé que fuera a robarme un beso, en los labios. Yo estática por fuera, blanca por dentro.


Y ambas cosas me sorprendieron, por algo de ingenua o por haberle subestimado pensando que mi desnudez era blanca o yo un gigante para alguien al que conocí pequeño y tímido. Y ahora, tímido pero decidido, me miraba como si yo fuera de talco, talco que se esfuma entre los dedos pero que ahora estaba en sus manos.


Fingí. Fingí que nada era nuevo para mí. Fingí tranquilidad, Fingí que no me había convertido en pequeña y que estaba en sus manos.

Se tumbó a mi lado. Aún desnuda empecé a estirarme por restar erotismo a la situación. Pero, pese a todo, yo seguía ahí. Podía haberme vestido, haberme alejado, pero seguía ahí. Ya no por atracción sino con la curiosidad de saber ante quién estaba —más desnuda que nunca—. Y me abrazó, y empezó a acariciarme en no sé qué momento de la canción que sonaba… “Qué suave eres”. Pero no me tocaba, no: “Quiero vete con mis manos”, susurró.

Y mi cabeza y todos mis pronombres emergieron de no sé dónde —de verdad que no sé dónde estaban—. Y en el suelo, apoyado contra la pared, estaba la lámina de dibujo en la que yo, curiosamente, me reconocía a trazos, y en la que él me había hecho fijarme para que yo tuviera claro cómo él me veía.


Y fue, en ese momento, donde yo me vi.

Yo, por fin, me vi.



miércoles, 30 de junio de 2010

Un vaso de té verde, de Carlos Cano


© Carlos Pérez Siquier, Cabo de Gata, 1991 ( Almería - España )


Estaban mis ojos por la arena, mirando la luz violeta y pensando quién pudiera… esconderla en otro tiempo. Por si acaso un día los poetas la encontraran y volvieran a sembrarla en la noche enamorada… de la libertad del sur.
Paloma blanca, que vuelas por Tinduf con una rama de olivo. Búscame el alma, en Smara, a la puerta del olvido… Paloma blanca, paloma blanca.
Paloma negra, negra como la noche en el desierto. En una estrella, dejé mi corazón lleno de fuego… Paloma negra, paloma negra.
Un vaso de té verde, me dio para beber un día la muerte. En mi boca era dulce y sin embargo, amarga era mi suerte. Un vaso de té verde, un vaso de té verde… amargo, amargo… amargo y verde.
Vuelan las nubes, que me traen del Sáhara el desierto, vuelan las nubes, como vuela el deseo de mi cuerpo… Habibi, habibi, habibi, habibi.
Tus ojos negros, como posos de agua me miraban, tus ojos… tus ojos negros, el corazón de arena me llenaban. Tus ojos habibi, habibi tus ojos.
Dos cercos tiene la luna, mi amor ha muerto, en una noche oscura, luchando entre los muros del desierto… Chahada, chahada, chahada, chahada.

Carlos Cano,
en su disco Forma de Ser (grabado en 1994)

lunes, 14 de junio de 2010

Entre él y ella



Entre él y ella. Ana.

Los árboles se tumban sobre la terraza y el toldo color butano hace señales descaradas a sus homónimos de enfrente. El asfalto se vuelve más negro, los cristales más sucios… [Locus amoenus del siglo 21] … Y a taquicardia rítmica Ana acompaña el fluir de sus pensamientos a chorros, no a gotas. Y no le importa tanto el porqué está allí como el cómo ha llegado. Pero ahí está, justo ahí. Desnuda frente a ella y de espaldas a él. Con su miembro pegado a su culo y aquella boca coloreada con rojo lamiendo sus labios como si fuera mermelada. Ana no sabía cómo pero estaba entre él y ella.

“Me gusta”, pien-sa-mien-tras-se-ha-ce-go-ta. Le gusta la torpeza exquisita con la que le besa el cuello y la forma en la que lo compensa patinando con firmeza por su piel con sus manos. Huele a L´Odissey de Issey Miyake. Ana lo aspira y aguanta la respiración como cuando se da un chute de inhalador por el asma. Él es aire que la reaviva. Ana fuego. “Me excita”, pien-sa-mien-tras-se-ha-ce-tra-go. Él arrastra su tanga y uno de sus dedos se introduce entre las nalgas de Ana. “Me fascina”, pien-sa-mien-tras-se-ha-ce-llu-via. Y sin argumentos la logra humedecer sólo con uno de sus dedos.

A un susurro de distancia, cara a cara, está ella. Ni su dulce tacto, ni su cabello castaño rozando sus hombros mientras le chupa los pezones logran humedecer a Ana. No la excita, no le gusta, no la desea y, sin embrago, ya es un charco.

Se deja hacer, ordenar y vuelve a no saber cómo está de cuclillas sobre su sexo, a un centímetro. Lo percibe duro y hecho de azúcar. “Quiero”, tintinea la voz de Ana, aún de espaldas a él, ahora recostado. La tercera en la concordia de la discordia se lo prohíbe. Gobierna las caderas de la muchacha con las manos, las retiene para que no logre acomodarlo dentro de ella. Y Ana le implora, le suplica con los ojos que la deje sentarse encima de él, y descansar… Y mirándola desde arriba, adorándola desde su mando, le ordena a Ana que la bese antes. “Bésame”. Con su pose penitente, a un eterno centímetro de la polla de él, Ana le besa los muslos, acaricia su vientre y le abraza el ombligo con su lengua. “Chúpame, niña”, le gime a media voz la mujer. Y Ana mete suavemente dos dedos en su sexo. Ella sus-pira, su-surra, sus-pense… y relaja sus manos atadas a la cadera pendular de su esclava lo suficiente como para que él entre. “Me muero”, confiesa Ana mientras siente su glande filtrarse poco a poco en su sexo . Y por morir con él adentro acerca su boca al coño aterciopelado de ella mientras sigue jugando con sus dedos entre sus labios. La chupa imaginando que es un trozo de turrón, que es de nieve, que es un charco de vino. Cierra los ojos pensando que él las mira, que mira su culo y la curvatura de su espalda entregada a otra mujer a la que come con infinito deseo mientras le abre las piernas y le hace sentarse sobre su cara. Por eso hacer surcos en ella con su lengua, con sus dedos… Sólo por eso, por morir.

La devora a centelladas, a ráfagas fugaces y la mujer olvida su mando dejando todo su peso en los hombros de Ana que, por fin, se sienta sobre él. Se llena, se exprime, se licua, se pierde, se muere. Y los movimientos convulsos de ella sobre Ana coinciden con los de Ana sobre él.

Ha dejado de llover. No sale el sol. Las nubes coquetean con éste [te quiero/no te quiero/te quiero/no te quiero]. El murmullo de la ciudad renace… Ana está tumbada en la cama. Él y ella, vestidos ya, la miran con una sonrisa. Ella se aproxima hasta Ana y le besa en los labios. Billetera, bolso, un libro, un periódico y el móvil. Ambos cogen sus cosas. Él le da la mano a ella como si fuera harina y la besa suavemente. Ella se lo devuelve con una sonrisa. Juntos abandonan aquella habitación.
Ana les mira.

Entre él y ella… entre él y ella sólo estaban ellos dos.


miércoles, 12 de mayo de 2010

A susurros

A susurros entran en su cuarto.
“Me gustas”.
A susurros la desnuda.
La besa. La mira.

“Sólo quiero saciar mi curiosidad”.

En penumbra se miran.
Él la acaricia.
Su tacto le hace prenderse, como una cerilla.

“No voy a follarte”.

La tumba sin protocolos.
Él desnudo.
Ella agua.

La besa a bocados, a bocanadas llenas, la esnifa.

“Pero quiero, y quiero hacerte daño”, a susurros.
La embiste sin entrar en ella.
Le abre las piernas y ella es pólvora.
“Mírame, así lo haría… lento pero rompiéndote en dos”.
A susurros la araña, la huele a centelladas.
Su sexo galantea con su coño y ella:
A susurros.

No, no me abras, no me agarres, no me beses.
A saliva.
No, no me mientas, no me mires, no me sientas.
A embestidas.
No, no me toques, no me arañes, no me penetres.
A ciegas.
No, no me acaricies, no me huelas, no me desees.
A medias.

Gime. Ella gime.
Por todos los verbos pluscuamperfectos.

Él se corre sobre ella.
A susurros.
Sobre ella.


Lo más suave, sus susurros.


lunes, 10 de mayo de 2010

Un beso, una lluvia, un tsunami


Tengo sueño. Me he despertado, por la mañana, cual fruto maduro al escuchar un “… y media, ¿no es tarde?”. En ese mismo instante un hombre de unos 45 años, con una calvicie considerable y un traje barato, miraba a una silla vacía. Me he dormido.


[Foto 1: Sábanas de colores rizadas entre unos muslos. El sol entra a flecos por tres rendijas de persiana. Una mujer joven duerme sobre la cama con pantalón medio bajado, a la altura de la cadera. Su mano, dentro de éste.


Foto 2, dominante roja: Mesa de nogal bautizada con papeles. No hay cenicero, ni colillas. Paquete de galletas. Botella de agua de cristal azul. Un caracol con guitarra canta sobre un marco de foto.


Foto 3, sepia, primer plano: Mirada femenina lánguida. Piel bruñida, sonrisa de medio lado.]


Me he dormido. Soñaba con lluvia que me calaba obscenamente los poros. Soñaba con avestruces que me llevaban a hombros, con capas improvisadas de celofán y con tsunamis que nacían en mis labios. “Bésame —le decía—, es sólo que tengo frío”. Y metiéndose debajo de la capa con la que me cubría de la tormenta, se metió debajo de mí, hecha lluvia; debajo de mi falda, hecha agua; debajo de mi piel, de mis charcos,… Mientras despertaba una marea en mi lengua. “Sólo porque tienes frío”—me decía. Y su lengua abocetaba mis labios a rotring de 0,2. Sentía su saliva filtrándose por mi cuerpo, como en una gruta. No me gustaba su sabor, pero lo sentía. Tibiamente me iba llenando de él y mi cuerpo se templaba. Le inspiraba… y me expiraba. Y mi lengua hacía volteretas con la suya mientras…

No ha sonado el despertador –o sí, no lo sé–. Me he levantado corriendo para convertirme en presentable cual presentación de power point. A saber: texto justificado, imágenes de apoyo, guiones entre párrafos y ¡listo!

Me he levantado y no había nadie en mi cama. Tampoco en el taxi que me llevaba —tarde— a mi destino. Pero con sueño, mucho sueño, con un sentimiento de culpabilidad palpable por mi falta de profesionalidad y con mil asuntos que resolver en un día empezado una hora tarde iba sonriendo, sin horizonte.

Buenos días.

Me he dormido.



sábado, 17 de abril de 2010

El verbo en carne viva



Tiene treinata años
y ahora todo le va bien,
tuvo mucha prisa y se salió más de una vez
fueron los excesos y las ganas de correr.

Ana tuvo eso que le hizo tenerse en pie,
tuvo mil historias
tuvo algo en que creer
y ahora coge sus tacones y la noche empieza a arder.

Tú cuidado con lo que dices
que está hecha de cicatrices
es el verbo en carne viva
es la mujer elegida no la busques déjala,
para ya, para ya
vive tu vida también
cuídate, tú cuídate
Ana siempre estará bien.

Ya no va con quince
ya sólo conoce a tres
ya no ve mañanas porque se duerme a las seis
nadie la maltrata nadie juega con su piel

Tú cuidado con lo que dices,
está hecha de cicatrices, es el verbo en carne viva,
es la mujer elegida.
No la busques, déjala,
para ya, para ya
vive tu vida tambien,
cuídate, tú cuídate,
Ana siempre estará bien.
_Letra de Supersubmarina_

domingo, 11 de abril de 2010

La cata (parte I)

Algunos tienen ese inconfundible bouquet de los que crecen al pie de la codillera. Como el Malbec, Carmenère, Torrontés… Sabores con su propia idiosincrasia que merece la pena descubrir, probar. Otros alcanzan su plenitud con el tiempo, cuando eligen su destino. Otros apuntan maneras en algunas notas aún por desarrollar que con mimo darán grandes caldos capaces de sorprender al paladar más exigente. Otros, por extraños o exóticos, conquistan la memoria de aquéllos que no admitirán haberse rendido a uvas como la Bobal o la Petit Verdot. Dicen que el sexo es como el buen vino, que mejora con los años. Dicen… eso dicen.

Con unas cuantas copas de vinos más que correctos, algunos tragos de tintas sobresalientes y muy pocos caldos de malas cosechas —una afortunada, sin duda—, aún sabía que tenía la posibilidad de degustar un mundo de sensaciones. Le quedaban años, le sobraba inquietud y, aún más, ganas por experimentar. Una coleccionista de sensaciones en toda regla con olfato, con alma de aventurera, con la piel sensible al tacto, la pasión en compraventa y la ilusión en un eterno y continuo libre albedrío. Amante más de los “vinos” excéntricos por excitantes pero también catadora de tempranillo porque la cotidianeidad se había convertido para ella en algo tan extraño como la propia rareza. Por eso, cuando le llegó aquella invitación la propuesta le pareció tan excitante como natural.

El sobre llegó a su buzón. Un sobre de papel, con lacre y sello, con caligrafía manuscrita, con borrón de tinta, sin remite... Un alarde, en pleno siglo XXI, del más puro romanticismo épico. Desplegó el folio que había en su interior con cuidado pero sin sutilezas, como quien abre una carta rutinaria porque no conoce el importe de la factura pero sabe que hay que enfrentarse a ella cuanto antes. Empezó a leer. No pudo evitar sonreír. Sonreía de medio lado y el carmín rojo de sus labios dibujaba en su cara un gráfico tick —respuesta acertada a pregunta rebuscada— entre pícaro y curioso. Su boca, un trago pequeño que saborear con los ojos cerrados. Concluyó de leer. Lo había decidido. Sin prejuicios, con la necesidad de vivir la gran aventura de su vida, con la pasión con la que se degustan los vinos. Como la kamikace emocional que era iría de “cata gourmet” a Francia.

A 100 kilómetros al noroeste de París se alzaba imponente aquella abadía Benedictina reconocible por sus arcos del siglo XIII y algunos pilares del XII. Con la ventanilla de su coche bajada del todo, escuchando Fill me with your light, llegó a la puerta. Empezaba a estar nerviosa [sonido del zigzaguero de sus medias]. Fueron a recibirla, cogieron su equipaje de su mano taquicárdica y la llevaron a un ala del claustro de la abadía huemeante de sombras. Cerca, muy cerca, se abría un pequeño jardín con un misterioso laberinto donde aseguraba la gente del pueblo que, antiguamente, jugaban los hijos de algún Luis o algún Alfonso con apellido en número romano. Algunos invitados ya se encontraban allí. No había ninguna conversación tintineante en el ambiente, sólo miradas que evitaban ser reveladoras ni impertinentes pero eran reveladoras e impertinentes. No pudo evitar pensar en si llevaba la ropa interior apropiada, en si se había perfumado, en si era la única mujer invitada, en si, llegado el momento, sería capaz... Mientras cosechaba mil pensamientos y su piel se humedecía por la ansiedad se acercaron a ofrecerle un vino. Uno con aromas especiados y suaves notas de tabaco y chocolate. Un vino elegante y prolongado, con estructura balanceante y taninos maduros. “Ideal para acompañar con la carne”, pensó. Y un nuevo tick se dibujó no sólo en su cara.

jueves, 8 de abril de 2010

lunes, 29 de marzo de 2010

El tiempo de lo posible



Tenga más de tres historias que contar (sexies y muy gráficas), alguna parodia que hacer de mí misma (porque lo erótico no es siempre “cool” ) y otras tantas reflexiones sexuales que hacer (ninguna categórica pero sí vehemente). A veces es cierto que me pongo mi mejor disfraz —como diría la canción— porque ser valiente es norma obligada de la casa y combino el porte y seguridad de mi talante (y físico) con la ternura y fragilidad de mi tacto.

Ha sonado mil veces el despertador hoy lunes. Me he duchado con agua muy caliente. Me he echado crema en el cuerpo tras la ducha y me he tumbado en la cama desnuda. Me encanta hacer eso todas las mañanas, mientras mi piel se bebe la crema. Me he puesto a pensar en si me veía distinta. En si debía verme distinta. Y no, me siento igual de pequeña, igual de alocada, kamikace, igual de pasional, de intensa, de sensible, de bohemia, de lasciva y de curiosa. Un año más vieja. Llevo preparándome varias semanas para este día y me he “rayado” todo lo que estaba escrito. Creo que necesito vacaciones de mí misma y de tanto pensar (los racionalistas emocionales son de lo más cansinos, además de ser un coñazo).

¿Sigo siendo pequeña? He pensando en qué momento dejaré de serlo, por segunda vez. ¿Cuándo tenga hijos? ¿Cuándo ‘me case’? ¿Debo de dejar de serlo? ¿No avanzar implica retroceder?

Al llegar al despacho tenía un mail de una amiga mía del gremio:


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Un año más…. Jugando a quitarle y ponerle horas a un reloj por antojo de los que dicen mandar… robando sueños a una esfera de café que no existe… dicen que hoy pones un año más en tu
maleta de sueños….

Dicen que creces… y que inicias los XX. Dicen que has acabado tu década de las locuras. Y que empieza la calma, la serenidad… la madurez. Dicen que cumples XX.

Y yo sigo mirando tus
ojos, tus manos, tus pies, tu risa, tu ternura, tus besos, tus abrazos… y solo veo una niña. Fíjate…dicen que cumples XX…….. y yo sólo veo una niña. Preciosa y cariñosa. Llena de eternidad y de vida. Llena de cariño y de nostalgía.

Que no nos muevan nuestras manecillas…. Que no nos quieran poner esferas a nuestros granos de café… que no nos roben nuestros sueños… que no nos quiten las ganas de JUGAR. De reír. De Soñar.

Te quiero. Siempre contigo.


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Me ha hecho ilusión encontrar justo la respuesta que necesitaba. Se ha vuelto todo de otro color, más positivo y optimista. He recibido, a esta hora de la mañana, noticias de toda la gente que ha forjado mi personalidad . De todos los hombres que han significado o significan algo —sea lo que sea— en mi vida.

Un lujo. No he sabido verlo hasta ahora, que es un lujo formar parte de la memoria poética de tanta gente de forma tan amable. ¿Cambiar? ¿Avanzar? ¿Una ruina seguir siendo la misma?

Se me ha dibujado una sonrisa “faunesca”. Se me ha dibujado un abanico de posibilidades. Porque el tiempo de lo posible lo es cada uno de mis días. Porque él o aquél sólo son capítulos de mi vida. Mi auténtica historia aún se está escribiendo. Sin duda.



Pd: Y este es un post coñazo del todo. Ni lo voy a repasar y lo mismo me da que reúna el estilo y el carácter retórico con el que intento dotar a mis verbos. Sólo lo quiero dejar escrito por si me olvido en algún momento. Y hoy brindo por todos vosotros. Que me quiten lo bailao ;))))

jueves, 11 de marzo de 2010

Reflexiones

"Herencia..., evolución…: transmisión. El verdadero valor no está tanto en lo que generosamente hemos heredado, como en aquello que generosamente debemos aportar." de Antonio Jiménez Torrecillas.

lunes, 22 de febrero de 2010

Lunes de domingo


¿En qué puto momento se me ocurrió enamorarme? En serio… ¿cuándo y por qué? No es sólo que ayer se me pasara por alto que era domingo y hoy lunes lo haya advertido. No es sólo que llueva, que tenga la ropa tendida y que tenga que volver a lavarla. No tiene nada que ver con que hoy no me llame. No tiene nada que ver con nada. Pero por qué se me ocurrió y, lo que es peor, por qué sigo. Hace un mes que sé que iba a estar justo en este mismo punto… Me sorprendí a mí misma llorando porque le echaba de menos y lloré aún más fuerte por la evidencia absoluta de que sentía más de lo que creía. No, en serio, quién coño me mandó a mí enamorarme. Y me engaño a mí misma cuidando el plantel de conquistas pensando que con ello sigo siendo la misma, sigo teniendo la misma vida pero… es lunes y estoy doblando calcetines.
Me gustaría decir que son medias de encaje, lencería fina, camisas vaporosas… pero no, son unos absurdos y prosaicos calcetines. Muy coloristas pero, al fin y al cabo, tienen los talones gastados. Me he sentado con la idea de añadir algo cool y bohemio a mis pintas de “ama de casa” pero estoy leyéndome y esto parece un monólogo de los malos del club de la comedia. Será que cuando estás enamorado pierdes la gracia, no sólo el erotismo.
Definitivamente es lunes y me sabe a domingo.
Me siento de domingo, sí.
Creo que iré a masturbarme.
Porque como dijo Unamuno, “el sexo es el opio del pueblo. Opio, sí. Démosle opio (al pueblo), y que duerma y que sueñe”.

viernes, 8 de enero de 2010

Lunas sin luna

Olvida todo lo que voy a decirte.
Quédate con el murmullo de mi voz y con la sensación plácida de haberme cuidado.
No podía dormir. No podía. Mi cabeza no paraba de hacer señales de humo a mi cuerpo para que permaneciera despierto. Pero debía dormir.
Mientras, el sonido del Tic Tac me desafiaba a una distancia prudente para que, de forma sutil, fuera consciente de él… Y pasaban los segundos, los minutos, y seguía despierta. Empecé a imaginar cómo lamías los labios de mi boca como si fuera un pedazo de turrón. Me turbó el recuerdo del calor de tu lengua en algún lugar de mi cuerpo.
Me humedecí… pero olvídalo.
Empecé a mojar mis dedos en mi sexo por llevarlos a mi boca y saborearme, por ser consciente de cuántas ganas tenía de ti. La señal era inequívoca: muchas.

Empecé a tocarme y no sé por qué empecé a imaginarme a todos los hombres con los que había tenido sexo en el último año.
Me imaginé de espaldas, contra la pared y con las manos apoyadas en ésta, con la falda medio subida, con las bragas puestas y con ellos detrás mía, contemplándome. Uno por uno empezó a poseerme, pero olvídalo: uno despacio, agarrándome de las caderas con delicadeza por miedo a hacerme daño. Otro me abría los gluteos con fuerza mientras embestía dentro de mí. Mi pecho temblaba con cada penetración y me mojaba, sí, me mojaba por dentro y por fuera. Pensaba en cómo me comía aquel, en la polla dura del otro mojándola con mi sexo de talco. Uno más, otro que me lamía la espalda mientras rápidamente me follaba, aquel que me tiraba del pelo para metérmela hasta rozar mi orgasmo… Y apareciste tú, el último.
Con suavidad abriste mis piernas. Con suavidad te metiste en mí. Con suavidad y vehemencia me penetrabas, me susurrabas, me perdías… Y fue pensando precisamente en ti, la única persona con la que no he follado, con la que tuve el orgasmo más sublime y verdadero.

Y fue así como me dormí.

Me dormiste.
Pero olvídalo.