martes, 13 de octubre de 2009

De tanto latir



Ando bebiéndome las calles, respirando otro amor.
Añorando algo que jamás tuve.
Mendigo, sí; mendigo besos, abrazos con todo el cuerpo, caricias discontinuas, arañazos verticales, que me hagan llorar. Y palpito.
Y lloro. Lloro porque no sé qué quiero pero sí lo que no quiero.
Lloro porque necesito darme, arrancarme y dolerme en cada impulso.
Y pun-pun... pun.
Lloro porque no quiero que estén a mi altura, ¡que se suban a una silla!
Que yo lo que quiero es que me desordenen el nombre y me arranquen el apellido.
Pun pun- pun pun.
Y el tiempo pasa. Pasa el tiempo de lo posible.
Que surja la magia cuando te rocen la piel. Que el tiempo pase suave.
Suave, suave como la luz que repiquetea en mi ventana.
Y me dice no.
No a mi piel, a mis manos, a mi voz.
No.
No.
Retumba el no y odio el mí.
Pun pun... pun pun.
Y hoy no haré el pino para ver la sonrisa al horizonte.
Y hoy no haré eco al andar.
Me callaré. Me callo.
Y es que de tanto latir se me parará el corazón.