martes, 1 de diciembre de 2009

La caja de Pandora


Último tramo de escalera. Último pasos. Los primeros.
La puerta entreabierta. Entro.
Con un gesto cierro la puerta –de Pandora- conmigo dentro.
Camino por el pasillo deseosa, excitada, sin miedo, y sigo dentro, aún más dentro. Conscientemente, dentro.
Me miro en aquel espejo, y me sorprende encontrarme.
Él está de espaldas, escribiendo o trabajando, o bebiendo, o no haciendo nada, pero de espaldas.
No sé qué piensa, ni qué espera, ni qué quiere…
No sé cómo ser, ni qué decir, ni qué sentir…
Sólo sé qué quiero. Qué necesito.
No espero nada.

Me levanto la falda y me bajo las bragas con poca sutileza, pero con falso descaro.
Me agacho a por ellas. Las cojo con una mano.
Sí, están mojadas.
¿Cómo se juega a ser sexy?
¿Cómo se juega a ser atractiva?

Le saludo verbalmente. No hace ademán de levantarse.
Apenas me mira. Le fuerzo, aún sentado, a darme dos besos.
Me siento
me habla de física, o de diseño, o de tendencias. Lo mismo no me está hablando.
Me esfuerzo por seguir su conversación.
Abro mi mano y dejo, ante sus ojos, las bragas sobre la mesa.

Las mira sin mover la cabeza, sin cambiar el gesto, sin interrumpir su discurso.

Pienso en la puerta.
Está cerrada.
Pienso en si una actitud sexy me daría una mayor ventaja.
En si puedo serlo, en si de verdad lo soy.
Pienso en por qué estoy allí, en por qué mi lencería estaba húmeda, en por qué entré…
Me relajo en mi silla. Opto por ser la que soy.

Escucho, intervengo, reflexiono.
Cojo de la mesa las braguitas y me las vuelvo a poner ante los ojos de mi interlocutor.
“Ven”, me dice.
Y mientras termino de subírmelas le sigo hasta… su cama.
“Desnúdate”, me reta.
“Déjate las bragas puestas”, me desconcierta.
Obedezco la orden sin cuestionarla, sin excitación, sin morbo.
Sin ritual me tumba en la cama y me abre las piernas.

Me lame, no me besa; me lame y chupa el clítoris sorteando mis bragas con su lengua mientras, con sus manos, separa cada vez más mis muslos.
No soy capaz de relajarme ante tal falta de artificio amatorio.
¿Realmente necesito amor? No. Necesito sexo.
Y ante tal aplastante respuesta me abandono y me empiezo ahogar entre mis propios gemidos. Mi piel renace ante mi sudor, ante la imagen de mí misma abierta de piernas sobre esa cama.
Con su dedo dentro de mi coño, comienza a escalar por mi cuerpo hasta alcanzar mis pezones. No se detiene en adornos, en sutilezas lascivas.
No abre la boca más que para comerme sin contemplaciones y advertirme: "no te voy a follar hasta que te hayas corrido tres veces".
Y quiero que me penetre, que me arranque con su miembro todo lo que se ha quedado ahogado en mí. Quiero que me haga gritar, llorar.
Me concentro en mí misma, en mi propio orgasmo. Trato de eludir qué soy, cómo soy y por qué estoy allí, abierta de piernas, mojada, decidida, cierta, consciente...
Y sin parar de mirarme, sin dobles intenciones, ni mensajes entre líneas...
Y sin su miembro pero sí con sus dedos, sus manos, sus labios, su piel...
Y sin minutos, su fuerza y su temperamento...
Dos.
Muero con dos.
Su boca llena de mí me besa, ahora sí, con absoluto respeto y cariño.
Respiro, sonrío.
¿Qué es ser sexy?
Me visto sin ceremonias. Visto a la mujer que me siento, por fin.
Me despido.
Salgo por la puerta, pero aún sigo dentro, dentro, entré.
Entré en la Caja de Pandora.
Bajo las escaleras mientras saco del bolso el móvil.
Un mensaje sin leer parpadea.
Doy a responder:
"Cariño, estaba en la peluquería poniéndome guapa.
Compro el pan pero puedes acostarte si estás cansado. Besos".
Enviar.
Sí, me quedo dentro de la Caja de Pandora.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

el final, desconcierto total...

mola mucho eso sí

Erotismo dijo...

pues si, se necesitaba ese cierre para completar un gran post... una caja de pandora apasionante y llena de tormentas!

Anónimo dijo...

Cuánto tiempo sin leerte Abogada... deliciosas y sensuales palabras. Una historia tan real...

A tus PIES

Jorge Arbenz dijo...

Las vidas paralelas dan mucho juego, literario, cinematográfico y del otro, aunque para la mayoría - en la que me incluyo- queda excluido el "otro".
Supongo que sigues sin plantearte lo de publicar, bueno, es tu decisión al fin y al cabo.
Besos, la palabra de verificiación es "hyjari", muy cinematográfica.

Abogada Soltera dijo...

Qué bueno leeros. Si no estuviera tan cansada hoy sí que escribiría un post totalmente de mí...
En cuanto a lo de escribir: sí, quiero, totalmente. Pero no sé si tengo algo que contar que le interese a nadie. Pero lo haré, sólo necesito tiempo para saber dónde encontrarme literariamente...
BESOS MIL, a todos!