lunes, 25 de mayo de 2009

Gota a gota

Gota a gota...
Lo más cerca que puedo estar de tu piel.
Pienso en cómo el agua se desliza por tu cuerpo,
en cómo lame tu cuello, tus hombros, en cómo se aloja en tus poros.
Pienso en cómo el agua te penetra.
Pienso en tu sexo y en
cómo
gota
a
gota
recojo con mi lengua,
como si de una estalactita se tratrase,
toda el agua de tu cuerpo.
Sed tengo, sedientas están mis arenas.
Te imagino empapado,
de pie,
sobre mi cuerpo...
Gota.
Gota.
Siento cómo me vas calando:
agua de tu pelo húmedo,
de tu barba,
de tus dedos,
de tu miembro.
Me empapas.
Me mojo.
Gota....
.....a gota.

sábado, 23 de mayo de 2009

El amante bilingüe

Siempre busco experiencias que me hagan sentir viva. Busco la ocasión, la temeridad, el buceo sin escafandra. Tengo una habilidad innata para la vida. Confío en poder salir siempre airosa de esas situaciones que no pienso a priori, sólo siento.



He tenido muy buenas experiencias sexuales. Tengo algún muy buen amante, algún otro potencial y algunas historias que compartir. Pero sin duda el mejor de todos, sin duda, es uno que ni siquiera me ha tocado.
Ha logrado excitarme en la distancia hasta marearme, hasta hacerme abandonarme. Un amante de palabras, éste es él.


No sé si quiero hablar de ello por volver a recordar esos "polvos oníricos", o por no olvidarlos... no lo sé. No le he visto. No le conozco. No sé a qué huele. No sé, no lo sé... sólo sé que quiero dejar constancia de la gran aventura de mi vida.


"Podría darte mil millones de gracias por el regalo, las palabras, los gestos,... por todo. Pero sólo quiero decirte lo que me pasa ahora por la cabeza.


Como una frágil pared que se va derrumbando cada vez tengo más ganas de verte, más ganas de hacer realidad el deseo que siento por tenerte desnuda a mi lado.


Te deseo desnuda en la ducha, con el agua corriendo por tu cuerpo.
Te deseo apoyada con las manos en la pared, con las piernas abiertas y el culo hacia fuera.
Te deseo arrodillado, comiéndote mientras mis manos separan tus nalgas.
Te deseo en medio de mi salón comiéndote mi miembro.
Te deseo a cuatro patas, masturbándote con un consolador y con mi lengua pegada a tu clítoris mientras me comes otra vez.
Te deseo acariciando con mi sexo cada vértebra de tu espalda.
Te deseo sentada encima de mi cara moviendo las caderas como una poseida.
Te deseo abrazándome con tus piernas mientras te penetro lentamente.
Te deseo besándote.
Te deseo escuchando tus orgasmos.
Te deseo lamiéndolos.
Te deseo corriéndome encima de tus pechos.
Te deseo sonriendo mientras pruebas mi semen.
Te deseo porqué entonces volveríamos a empezar.




Imprime este mail. Ve al lavabo. Mastúrbate por mi. Ahora."
Lo imprimí. Fuí al baño de la oficina. Me corrí dos veces. Pensé que él se bebía todos mis orgasmos.

martes, 5 de mayo de 2009

Mi sabor

A veces es sólo por tranquilizarme, por relajarme.
Muchas otras es por puro morbo.
Otras, por recordarme.

Me gusta el sabor de mi sexo. No sé cómo de extraño resultará que me guste que me coman el coño y me apasione que me besen después. Es como si yo misma me estuviera chupando, es disfrutar del sexo a otros niveles: olor, sabor, tacto…

Muchas veces me sorprendo escribiendo en el ordenador o leyendo mientras juego con mis labios, sus pliegues… Y me sorprendo en el mismo momento que llevo, inconscientemente, el dedo a mi boca y lo huelo… Hace ya muchos años, cuando estudiaba la oposición a fiscalía, me relajaba estudiar mientras me tocaba. Creo que por eso nunca estudié en la biblioteca… siempre he estudiado con la mano metida en las bragas.

Otras, en cambio, siento cómo me humedezco, sin razón aparente, en cualquier sitio. En ese mismo instante quiero recoger con mis dedos mi flujo y saborearlo… Voy al baño del despacho con solemnidad, ante la mirada de todos y su letanía muda: “Pobre, qué agobiada está, ni para ir al baño se levanta”. Y mientras camino pienso en cómo me voy a meter los dedos “por relajarme de lo agobiada que estoy”. Limpio, brillante, blanco inmaculado… lo saboreo pensando en qué pensaría el tío al que tenga entre las piernas. Hace tiempo que no me comen, ¿tendré el mismo sabor?

Cuando llego a casa me doy una buena ducha… Tengo un protocolo especial, un convenio con el baño: me desnudo, hago pis, huelo mis bragas, pongo el agua caliente a correr, me ducho y lavo minuciosamente, salgo, me seco, me echo crema en los brazos, codos, pecho y hombros, ‘espolvoreo’ colonia de niños por mi cuerpo –sobre todo, una buena dosis recae sobre los glúteos y la cara opuesta de la rodilla–, me echo protector capilar antes de cepillar mi pelo, huelo mi cuerpo, acaricio mi sexo fresco… me aspiro.

Acabo de llegar a casa. Estoy sin ropa interior frente al ordenador. Me estoy tocando mientras pienso en cómo no estoy escribiendo. Siempre soy minuciosa haciendo informes y quiero dejarme llevar en este rincón, abandonar la literatura y lo hermoso de la expresión… quiero ser consciente de mis pasiones y vicios. Me sigo tocando… en lugar de bocanada de humo, bocanada de mi sexo. En lugar de chupar la boquilla de un cigarro, chupo mi dedo. Estoy dejando el teclado impregnado de mí…
Me gusta el sexo, me gusta el mío y su sabor. Esta es la primera huella que dejo en este espacio, la mía mojada en mí.

© Fotos de Titania Aelita