domingo, 20 de diciembre de 2009
I have a dream
Cerré los ojos. Tuve la sensación de que estabas a mi lado —aunque ya te echaba de menos—. Y tenía ganas de tu cuerpo, no por puro sexo, que también, sino por tenerte aún más cerca: olerte, sentir el calor de tu cuerpo sobre mi piel, sentir tus manos aprensándome para hacerme consciente de que yo estaba ahí…
Y me pongo tierna pensándote ahora. Y me sentí tremendamente excita imaginándome de espaldas a ti con mi cuerpo rozándote. Y me puse tierna pensando que me besabas la espalda. Y me mojé al imaginarte introduciendo tu mano entre mis piernas…
Y me besabas entera. Porque tengo necesidad de besos. Y me dibujabas con tu lengua: los pechos, los costados, las costillas, el ombligo, la pelvis…. Y te quedabas oliendo mi sexo y echabas tu aliento sobre él mientras que con tus dos manos abrías ligeramente mis muslos. E imaginé tu lengua tímida y sutil rozando mis labios. Y suspiraba. Suspiraba mientras mi dedo era una prolongación de tu lengua.
Y con las piernas abiertas te imaginé rodeándote…
Y te eché de menos.
Mucho
miércoles, 2 de diciembre de 2009
La abogada
Llevo meses sin necesitar a la Abogada.
En los que no necesito reivindicar aquello que pienso que se me debía -siempre fui una apasionada de la "justicia"-..
Donde he dejado de necesitar vivir en el pasado.
Donde he dejado de necesitar aquel 'clic' que nunca me fotografió -por cierto-, aquellas escaleras, los bailes con Gilberto Gil, aquellas llamadas manteniendo algo que nunca existió, las perversiones de calendario, las escapadas de gata nocturna, mis anonimatos, los encuentros a medio camino sin que mediara ningún paso...
El amor ha dejado de quemar.
Sigo sintiendo y el corazón no se ha parado.
Perdí el toque en mis letras, ¡ains!
Pero espero que me dejes quedarme... contigo, y contigo y, por supuesto, contigo.
martes, 1 de diciembre de 2009
La caja de Pandora
La puerta entreabierta. Entro.
Con un gesto cierro la puerta –de Pandora- conmigo dentro.
Camino por el pasillo deseosa, excitada, sin miedo, y sigo dentro, aún más dentro. Conscientemente, dentro.
Me miro en aquel espejo, y me sorprende encontrarme.
Él está de espaldas, escribiendo o trabajando, o bebiendo, o no haciendo nada, pero de espaldas.
No sé qué piensa, ni qué espera, ni qué quiere…
No sé cómo ser, ni qué decir, ni qué sentir…
Sólo sé qué quiero. Qué necesito.
No espero nada.
Me levanto la falda y me bajo las bragas con poca sutileza, pero con falso descaro.
Me agacho a por ellas. Las cojo con una mano.
Sí, están mojadas.
¿Cómo se juega a ser sexy?
¿Cómo se juega a ser atractiva?
Le saludo verbalmente. No hace ademán de levantarse.
Apenas me mira. Le fuerzo, aún sentado, a darme dos besos.
… me habla de física, o de diseño, o de tendencias. Lo mismo no me está hablando.
Me esfuerzo por seguir su conversación.
Abro mi mano y dejo, ante sus ojos, las bragas sobre la mesa.
…
Las mira sin mover la cabeza, sin cambiar el gesto, sin interrumpir su discurso.
…
Pienso en la puerta.
Está cerrada.
Pienso en si una actitud sexy me daría una mayor ventaja.
Me relajo en mi silla. Opto por ser la que soy.
Cojo de la mesa las braguitas y me las vuelvo a poner ante los ojos de mi interlocutor.
“Ven”, me dice.
Y mientras termino de subírmelas le sigo hasta… su cama.
“Desnúdate”, me reta.
Obedezco la orden sin cuestionarla, sin excitación, sin morbo.
Sin ritual me tumba en la cama y me abre las piernas.
No soy capaz de relajarme ante tal falta de artificio amatorio.
¿Realmente necesito amor? No. Necesito sexo.
Y ante tal aplastante respuesta me abandono y me empiezo ahogar entre mis propios gemidos. Mi piel renace ante mi sudor, ante la imagen de mí misma abierta de piernas sobre esa cama.
Con su dedo dentro de mi coño, comienza a escalar por mi cuerpo hasta alcanzar mis pezones. No se detiene en adornos, en sutilezas lascivas.
Y quiero que me penetre, que me arranque con su miembro todo lo que se ha quedado ahogado en mí. Quiero que me haga gritar, llorar.
martes, 13 de octubre de 2009
De tanto latir
Ando bebiéndome las calles, respirando otro amor.
lunes, 28 de septiembre de 2009
El descubrimiento del amor
- Has sido la única - respondió él, gravemente - Siempre sois la única. Ninguna mujer es igual.
Ella dudaba. triste, reprochándose su insignificancia.
- No al final -insistió él- , sino antes, en los ojos. Cuando uno ya posee la mirada femenina, mientras la trémula mano todavía se resiste. Cuando aún las palabras en la boca dicen no, pero los labios y los ojos ya se han rendido. Los ojos deslumbrados y asustados, maravillados y confusos, que ven llegar al hombre como una marea inmensa. Con tal que él sepa llegar siempre por primera vez y no deje nunca de convertir en amante a la más ocasional de las parejas. Sí, siempre la mujer es única cuando ve llegar lo que para ella eclipsa el mundo entero, porque es su mundo; siempre el amor bien hecho es el descubrimiento del amor.
Así
Cierras tus labios sobre mi vientre mientras tus manos pestañean sobre mis muslos.
Me miras a los ojos mientras abres mis piernas.
Las abres.
Me miras.
Me miras y tu lengua arrastra a su paso mis bragas.
Siento tu aliento sobre mi sexo, mi flor púrpura, mi coño… sobre mí misma.
Siento cómo besas mis labios a través de esa celosía de hilos.
Siento, te siento.
Separas mis pétalos con la ropa interior y los quemas mientras los templas con tu saliva.
Retiras mi ropa interior. Besas mis ingles, mi ombligo, mi sexo… Y mientras me comes a besos (una pantonera completa de besos) metes un dedo dentro de mí.
Te miro.
Te suspiro.
Te gimo.
Tu dedo hace eses dentro de mí mientras tu cabello masajea mi pierna, en la q te has recostado.
… mientras haces tsunamis con tu lengua sobre mi clítoris.
Mis piernas se ablandan, mi voz Dolby Surround.
Mi vientre pal-pi-ta, tu boca se bebe todos mis orgasmos.
Abro los ojos.
¡Ven!
Y ahora… Ahora mastúrbame así.
lunes, 7 de septiembre de 2009
Love Burns
Quemaba su amor, quemaba aquella tarde.
Decían que habían bajado las temperaturas y su termómetro estaba a 40 grados, y a la sombra.
La sombra bajo su falda. La sombra bajo su bello vello. Y el monte ardía, las llamas consumían todo a su paso.
Agua… bebe agua…
[¿Hablamos de sexo?]
Decide ducharse antes de salir a…
Decide talar lo poco que queda de ese monte calcinado por…
Decide llamarle y pedirle que la folle contra…
Porque ante, bajo, con y contra le señalan a él.
[¿Hablamos de amor?]
La recoge en su coche creando dunas en el asfalto.
La mira y pone el aire acondicionado.
Le mira y baja la ventana.
Planta -3
Salen del coche, ambos… Y Madrid a 42 grados.
Con paso firme el señor de las preposiciones se acerca a ella.
Le baja las bragas por debajo del vestido.
Le lame el sexo rasurado y siente mover sus labios como si conversara con su coño.
[Sin descripciones literarias porque, ¿hablamos de sexo?]
Y la sube al capó del coche; reposa su espalda contra la chapa de éste y el eco del motor la atraviesa.
El aparcamiento la mira: 400 ventanas, tantas otras columnas, mil escondites desde los que observarla. Y ella suspiraba y sus gemidos la comen mientras uno, dos y tres dedos la penetran junto a una lengua sin horizonte.
Y el amor quema, el amor la quema.
La arrastra hacia el suelo. Realidad con tintes en blanco y negro. Diafragma a F14, Velocidad a 1/10. Foto movida.
… Y la pone de espaldas, con su cara contra el coche. Sin resistencia se entrega a su miembro... y entra despacio y cree morir. Y cree que cada una de “aquellas cerillas” se encenderán y arderá por dentro. Y por dentro la deshace, y por dentro la moja, y por agua se resigna a serle…
[Y ya son demasiadas conjunciones, ¿o es que hablamos de amor?]
Y de cara mira el vacío aparcamiento mientras recibe cada embestida buceando. ¡Sí, bucea!
Agua… quiere más agua.
Y llora: moja sus piernas con su sexo y moja el capó con sus ojos.
Y está llorando. Y mañana llorará.
Conjunciones: 2 / Preposiciones: 0
Y es que el amor quema, ¿o es el sexo?
lunes, 31 de agosto de 2009
Porqués
martes, 18 de agosto de 2009
Nudos, anúdate
Barajas, 1999.
Ese era el primer año que sus padres no la mandaban a una familia extranjera para repasar sus conocimientos en la lengua inglesa. Visitaba el aeropuerto para dejar en él a su hermana pequeña. Se alegraba de no ser ella. Tenía todo un verano por delante para ‘experimentar’: para tener su habitación solo para ella, para poder estar en el ordenador hasta la hora que quisiera, para poder dejar la ventana entreabierta y que las cortinas le besaran la cara, para poder leer en la cama y no tener que hacerlo con la tenue luz de las farolas asomada al poyete de su cuarto…
… Para poder invitarle a dormir la siesta, a dormir de noche con ella, para poder cocinar para él y tirarse en el sofá acariciándole…
Carrito, maletas, lloro de mamá, “tráeme un bocata de jamón cuando vuelva”, “no me cojas nada de ropa en mi ausencia” —decía su hermana—, y ella deambulaba por las paredes del aeropuerto tocándolo todo con sus ojos.
“Alrededor de tu piel ato y desato la mía” (Miguel Hernández), rezaba escrito en relieve en una de las paredes de la T2. Y, ¡zas! Le arrasó la mente. Sonaba hermoso, sonaba a piel… No quería olvidarlo. Cogió una tarjetita de papel del mostrador donde su hermana facturaba; una de esas donde se ponen los datos del viajero y rellenó, en medio de nombre/dirección/población/ciudad/país/número de contacto… esa frase.
Era virgen. Aún no sabía qué significaba exactamente estar enredado en alguien. Entendió que era amarse en una maraña, entrelazadamente donde no se sabe dónde empieza el uno y dónde acaba el otro. El Yin y el Yang unidos, buscándose eternamente, respirándose.
Y él le hizo abrir las piernas con susurros y bebía de ella muerto de sed. Y ella sentía que él era mar cuando lo tenía dentro y la mecía. Y él marcó todas las páginas de 100 libros con aquel señalador improvisado donde rezaba profanamente un nombre/dirección/población/“Alrededor de tu piel ato y desato la mía” ciudad/país/número de contacto… Y ella tatuó 100 pliegues de su piel con un tatuaje, las huellas de sus manos agarrándola cuando la penetraba y… él tuvo que memorizar la página del libro que leía antes de cerrarlo porque el señalador empezó a romperse y prefirió pegarlo a la pared de su cuarto…
Y ella…
Y él…
Barajas, 2009. T4. A la derecha aquel mismo texto grabado en relieve. “Alrededor de tu piel ato y…”. Sinceramente, “ojala te ates y te ahogues con todos y cada uno de los nudos; ojala te pierdas en la maraña que tejiste; ojala no vuelvas a soñar y ojala te hagas pajas toda la vida con comics manga”.
Tenía todo un verano por delante para ‘experimentar’, tenía toda la vida por delante para volver a empezar.
lunes, 10 de agosto de 2009
El curso empieza en septiembre
Y McBeal llega de vacaciones con fervor uterino y encuentra en su bandeja de entrada un mail de aquel de hace un año que lo iba a dejar con la mujer pero, obviamente, aún no lo ha hecho, y quiere invitarla a comer pero lo mismo lo que quiere es que se la coma (nota mental: lo mismo este es el momento en el que deberías desconfiar...), y repasa mentalmente la sucesión de historias con un bonito arranque mítico, otro romántico, otro morboso, todos con verbos... Y... ¡Uffffff!
Y mira el calendario, es agosto, se siente sola e insatisfecha...
Y pone su DVD y disfruta escuchando, por décima vez, esa canción con la que se sintió especial...
Y se tumba en la cama, se tapa porque ha empezado a refrescar y se da cuenta de que el curso empieza en septiembre.
Y ella siempre saca muy buenas notas ;)
viernes, 31 de julio de 2009
El tacto de mi piel
domingo, 19 de julio de 2009
A sorbos
sábado, 18 de julio de 2009
Por exceso de trabajo
-Hola –dijo él con una sonrisa de medio lado.
Ella sacó los papeles del maletín por hacer un breve repaso antes de la vista. Apoyó los papeles sobre sus piernas. Él no los miraba.
- Estás guapo –dijo ella mientras miraba al conductor que la miraba a través del retrovisor. Abrió ligeramente las piernas y volvió a guardar los documentos-. Creo que lo tienes más que preparado, ¿verdad?
Él clavó la mirada entre sus piernas. Ella le miró fijamente a los ojos mientras separaba sus muslos. Él le retiró un mechón de pelo de la cara y lo llevó detrás de su oreja rozando apenas su cuello. Ella se estremeció. Se estremeció su piel, sus pezones, su sexo. Él y ella mientras aquel los miraba.
Comenzó a frotar su coño contra el asiento, a mover sutilmente sus caderas mientras su cliente la miraba y se bajaba la cremallera del pantalón. Se sacó la polla. Ella la miraba mientras introducía bajo su vestido su mano. Ante ambas miradas sacó un dedo reluciente, mojado, blanquecino. Se lo acercó a los labios. Su cliente chupó su dedo, lo respirió... Ella sintió que la olía y que su sexo se empapaba de él... Agachó su cabeza para moldear su polla con sus labios...
martes, 23 de junio de 2009
Un beso violado
Abrió la puerta de su cuarto repentinamente, mientras ella se cambiaba el bañador húmedo por una muda seca... Entró en la habitación sin sonreír, con una mirada seria, sin pantalón, con la polla erecta, un condón en la mano derecha...
Su potencia física, sus ganas de ella, el que hubiera bajado la guardia y asumiera que no podía evitar querer follarla...
Su cabeza decía que no era lo correcto y pugnaba contra ello la mujer independiente que cree que el sexo es sólo sexo. Estaba húmeda, sus pezones estaban duros... Él la miraba con deseo como si fuera la primera y la única...
Seguía mirando su polla, ahora con el condón puesto... Su miembro no pedía permiso. Sin más, él la giró sobre sus propios pies, terminó de bajar la braguita del bañador, la inclinó hacia delante y la penetró...
Su coño se mojaba por ser... por estar, por sentir...
Él la agarraba de las caderas con fuerza, con una firmeza impasible. Abría sus glúteos y veía su ano empapado de tanta excitación... "Dame un beso", pedía ella entre gemidos. "Dame tu lengua".
Miraba entre sus piernas cómo la embestía. Miraba cómo su sexo dejaba empapado su miembro. Le temblaban las piernas, sus pechos vacilaban entre el balanceo y la gravedad...
Sus ojos se abrieron de par en par cuando él metió dos dedos en su ano. Ella empezó a moverse más rápido. Quería que se corriera, quería demostrarle que se moría de ganas de ella, quería que se corriera y que dejara de meterle los dedos por el culo. Quería que terminara para que la diera la vuelta y le diera un beso.
Apretó su coño cada vez que sentía su miembro atravesándola, lo abrazó con su cuerpo mientras arqueaba su espalda... Más rápido, más rápido.
Él gritó en un orgasmo inconmensurable. Su esperma la azotó mientras él imprimía sus yemas en las caderas de la chica.
Ella sonrío.
Se sacó la polla.
Se dio la vuelta.
Él aún cerraba los ojos tratando de recuperarse...
.....
......
Se quitó el condón...
"Dame un beso", pedía ella mientras pegaba su cuerpo al suyo.
Él probó el condón, cogió una bolsa y lo metió en ella.
"Ponte algo rápido", dijo mientras hacía un nudo a la bolsa, "nos están esperando para comer. Te cierro la puerta para que te cambies tranquila".
Paula se miró en el espejo.
Empezó a dolerle el ano. Empezó a dolerle su sexo. Empezaron a escocerle los pezones. Empezó a arderle aquel beso.
Buscó la cama, se acurrucó. Empezó a dolerle el alma.
No pensaba que él fuera capaz de violarla.
No sabía que se pudiera violar al amor.
lunes, 25 de mayo de 2009
Gota a gota
sábado, 23 de mayo de 2009
El amante bilingüe
He tenido muy buenas experiencias sexuales. Tengo algún muy buen amante, algún otro potencial y algunas historias que compartir. Pero sin duda el mejor de todos, sin duda, es uno que ni siquiera me ha tocado.
Ha logrado excitarme en la distancia hasta marearme, hasta hacerme abandonarme. Un amante de palabras, éste es él.
No sé si quiero hablar de ello por volver a recordar esos "polvos oníricos", o por no olvidarlos... no lo sé. No le he visto. No le conozco. No sé a qué huele. No sé, no lo sé... sólo sé que quiero dejar constancia de la gran aventura de mi vida.
"Podría darte mil millones de gracias por el regalo, las palabras, los gestos,... por todo. Pero sólo quiero decirte lo que me pasa ahora por la cabeza.
Como una frágil pared que se va derrumbando cada vez tengo más ganas de verte, más ganas de hacer realidad el deseo que siento por tenerte desnuda a mi lado.
Te deseo desnuda en la ducha, con el agua corriendo por tu cuerpo.
Te deseo apoyada con las manos en la pared, con las piernas abiertas y el culo hacia fuera.
Te deseo arrodillado, comiéndote mientras mis manos separan tus nalgas.
Te deseo en medio de mi salón comiéndote mi miembro.
Te deseo a cuatro patas, masturbándote con un consolador y con mi lengua pegada a tu clítoris mientras me comes otra vez.
Te deseo acariciando con mi sexo cada vértebra de tu espalda.
Te deseo sentada encima de mi cara moviendo las caderas como una poseida.
Te deseo abrazándome con tus piernas mientras te penetro lentamente.
Te deseo besándote.
Te deseo escuchando tus orgasmos.
Te deseo lamiéndolos.
Te deseo corriéndome encima de tus pechos.
Te deseo sonriendo mientras pruebas mi semen.
Te deseo porqué entonces volveríamos a empezar.
martes, 5 de mayo de 2009
Mi sabor
Muchas otras es por puro morbo.
Otras, por recordarme.
Me gusta el sabor de mi sexo. No sé cómo de extraño resultará que me guste que me coman el coño y me apasione que me besen después. Es como si yo misma me estuviera chupando, es disfrutar del sexo a otros niveles: olor, sabor, tacto…
Muchas veces me sorprendo escribiendo en el ordenador o leyendo mientras juego con mis labios, sus pliegues… Y me sorprendo en el mismo momento que llevo, inconscientemente, el dedo a mi boca y lo huelo… Hace ya muchos años, cuando estudiaba la oposición a fiscalía, me relajaba estudiar mientras me tocaba. Creo que por eso nunca estudié en la biblioteca… siempre he estudiado con la mano metida en las bragas.
Otras, en cambio, siento cómo me humedezco, sin razón aparente, en cualquier sitio. En ese mismo instante quiero recoger con mis dedos mi flujo y saborearlo… Voy al baño del despacho con solemnidad, ante la mirada de todos y su letanía muda: “Pobre, qué agobiada está, ni para ir al baño se levanta”. Y mientras camino pienso en cómo me voy a meter los dedos “por relajarme de lo agobiada que estoy”. Limpio, brillante, blanco inmaculado… lo saboreo pensando en qué pensaría el tío al que tenga entre las piernas. Hace tiempo que no me comen, ¿tendré el mismo sabor?
Cuando llego a casa me doy una buena ducha… Tengo un protocolo especial, un convenio con el baño: me desnudo, hago pis, huelo mis bragas, pongo el agua caliente a correr, me ducho y lavo minuciosamente, salgo, me seco, me echo crema en los brazos, codos, pecho y hombros, ‘espolvoreo’ colonia de niños por mi cuerpo –sobre todo, una buena dosis recae sobre los glúteos y la cara opuesta de la rodilla–, me echo protector capilar antes de cepillar mi pelo, huelo mi cuerpo, acaricio mi sexo fresco… me aspiro.
Acabo de llegar a casa. Estoy sin ropa interior frente al ordenador. Me estoy tocando mientras pienso en cómo no estoy escribiendo. Siempre soy minuciosa haciendo informes y quiero dejarme llevar en este rincón, abandonar la literatura y lo hermoso de la expresión… quiero ser consciente de mis pasiones y vicios. Me sigo tocando… en lugar de bocanada de humo, bocanada de mi sexo. En lugar de chupar la boquilla de un cigarro, chupo mi dedo. Estoy dejando el teclado impregnado de mí…
Me gusta el sexo, me gusta el mío y su sabor. Esta es la primera huella que dejo en este espacio, la mía mojada en mí.